Cuando se realiza una plantación orientada a la producción de madera de calidad, ya sea de frondosas o de coníferas, se suele utilizar una densidad de plantas por hectárea superior a la que debe estar presente en el momento de su corta, por lo que, durante el turno, deberemos ir disminuyendo el espesor a medida que los árboles crecen, hasta alcanzar una densidad mucho menor en la edad adulta de la repoblación.
Al igual que ocurre con los recepados en el caso de las frondosas, somos conscientes del trabajo que supone para algunos propietarios forestales realizar los rareos y las claras, pero estos tratamientos son indispensables para conseguir que los pies mejor formados crezcan sus últimos años con suficiente holgura para engordar lo máximo posible y producir una madera de buena dimensión, sin competencia de otras peor conformadas.
Los primeros cortes que se realizan en una plantación se denominan rareos (clareos ) y, generalmente, no tienen valor comercial como madera, aunque en algunos casos los pies extraídos podrían utilizarse para uso energético como biomasa, estacas o trituración. Las cortas de los pies que ya pueden tener comercial se denominan claras. .
Estos dos trabajos, además de ser necesarias para conseguir llevar al final del turno los pies mejores en las condiciones de crecimiento más idóneas, permiten ir obteniendo algún rendimiento económico antes de llegar a la corta final y así ayudar al cuidado de los pies de porvenir.
También ayudarán a prevenir plagas y enfermedades eliminando los pies afectados por las mismas.
Los rareos son habituales en los regenerados naturales o siembras donde se llevan a cabo en los primeros años para reducir la espesura del regenerado que en estos casos suele ser muy grande.
Tanto los rareos como las claras se deben ir haciendo poco a poco, sin desequilibrios bruscos del crecimiento de los árboles. Un rareo excesivo puede causar más daños que beneficios ya que, entre otras cosas, se expone la masa excesivamente al viento. Es habitual que se hagan coincidir los rareos o primeras claras con podas, para reducir costes en la eliminación de resto y porque ambas operaciones deben ir acompañadas de una selección de pies de porvenir. Sería un trabajo inútil podar pies que pronto serán cortados.
Siempre hay que intentar mantener un buen equilibrio entre altura y diámetro, lo que se llama esbeltez. Los pies que crecen con espesura excesiva pueden quedar con una esbeltez elevada y corren mayor riesgo de sufrir daños en una intervención de rareo o clara y de no alcanzar el diámetro de interés comercial en el turno planificado.
En los pies de porvenir escogidos es en los que se deberán centrar todos los cuidados, como la poda. Resulta inútil y antieconómico podar los pies defectuosos que serán cortados antes de la corta final.
Tanto en el caso de los rareos como en el de las claras, se deberán reservar los mejores pies, distribuidos homogéneamente por toda la parcela, que serán los que se aprovecharán en la corta final. En estas cortas intermedias se cortarán los pies con más defectos, los cuales se enumeran de mayor a menor gravedad:
Es muy difícil establecer un calendario para llevar a cabo los rareos y las claras. El momento dependerá de la especie forestal, la calidad del terreno, el marco de plantación elegido, los trabajos realizados previamente, etc., por lo que es recomendable que si se carece de experiencia en este tipo de trabajos, se recurra a un técnico en la materia, especialmente en los casos de los montes de frondosas.
Como norma general se puede decir que un rareo o una clara se debe realizar de forma progresiva en varias intervenciones y teniendo en cuenta la densidad y turno final de la masa forestal. Si una masa forestal tiene un programa de claras adecuado desde el principio, se recomienda que pasen al menos 5 años entre una y otra, tiempo suficiente para que los árboles crezcan y se restablezca una situación de competencia entre ellos. En cuanto al porcentaje máximo de pies a cortar, se puede considerar un 50 % en rareos y un 25 % en claras.
Teniendo en cuenta que el marco de plantación de frondosas más utilizado en Galicia es el 4×4, partimos de una densidad inicial de 625 plantas por hectárea, o en el caso de haber plantado 3×3, el más habitual en replantaciones de pino o eucalipto, representa una densidad de 1 100 pies por hectárea. El siguiente cuadro muestra el número de pies por hectárea que debería haber como media en el momento de la corta en parcelas de diferentes especies forestales, cuando se destinan a la producción principal de madera de calidad como sierra, desenrollo, chapa, vigas y otras estructuras.
Especie | Densidad al menos 5 años antes de la corta final |
Abedul (Betula sp.) | De 250 a 350 pies/ha |
Roble americano (Quercus rubra) | De 200 a 250 pies/ha |
Roble del país (Quercus robur) | De 100 a 300 pies/ha |
Castaño (Castanea sp.) | De 150 a 250 pies/ha |
Cerezo (Prunus sp.) | De 50 a 100 pies/ha |
Chopo (populus sp.) | De 200 a 400 pies/ha |
Eucalipto (Eucalyptus sp.) | De 100 a 150 pies/ha |
Fresno (Fraxinus sp.) | De 100 a 150 pies/ha |
Nogal (Juglans sp.) | De 70 a 100 pies/ha |
Pino de Oregón (Pseudotsuga menziesii) | De 200 a 300 pies/ha |
Pino pinaster (Pinus pinaster.) | De 200 a 400 pies/ha |
Pino insigne (Pinus radiata) | De 200 a 500 pies/ha |
Falso plátano (Acer sp.) | De 100 a 300 pies/ha |
Secuoya (Sequoia sp.) | De 50 a 200 pies/ha |
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