Eucalipto en Galicia: aspectos ambientales y socioeconómicos
Este texto fue preparado por un equipo de expertos entre otros:
Rosa María Calvo de Anta
Doctora en Biología. Catedrática de Edafología y Química Agrícola de la Universidad de Santiago de Compostela.
Felipe Macías Vázquez
Doctor en Ciencias Químicas. Catedrático de Edafología y Química Agrícola de la Universidad de Santiago de Compostela
Antonio Rigueiro Rodríguez
Doctor Ingeniero de Montes. Catedrático de Botánica Forestal de la Universidad de Santiago de Compostela
Francisco Javier Silva Pando
Doctor en Ciencias Biológicas. Jefe del Departamento de Ecosistemas Forestales del Centro de Investigación Forestal de Lourizán
Para su elaboración se basaron en su experiencia investigadora y trabajos científicos realizados y publicados sobre la ecología y botánica de las especies del género. Eucalyptus en montes y espacios forestales de Galicia. Se han utilizado datos estadísticos publicados por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación y por la Consellería de Medio Rural de la Xunta de Galicia, así como datos publicados por expertos reconocidos en silvicultura, economía y gestión forestal.
Importancia social y económica del eucalipto
Los eucaliptos, especialmente Eucalyptus globulus y E. nitens, son una de las especies forestales maderables más relevantes de la Península Ibérica y tienen una importante proyección, ya que sustentan un sector industrial diversificado y estratégico de primera necesidad. Los eucaliptos se extienden en 1,3 millones de hectáreas en la península, repartidas a partes iguales entre España y Portugal, es decir, alrededor del 4 % de la superficie forestal total de los dos países.
La proyección del eucalipto se debe a su capacidad para satisfacer la creciente demanda de la sociedad por productos derivados de su madera, como tableros, maderas laminadas y contralaminadas y, sobre todo, productos celulósicos, así como los que procederán de la lignina y las nanocelulosas. a partir de la bioeconomía, sustituyendo productos basados en hidrocarburos.
España y Europa son deficitarias en madera. Las plantaciones de eucalipto representan sólo el 3 % de la superficie forestal española, aproximadamente 800 000 ha, un espacio que, sin embargo, produce algo más del 30 % de la madera que se utiliza en España, sustentando el tejido industrial que la transforma. En Galicia, con una ocupación cercana al 20 % de la superficie forestal, el eucalipto aporta más del 60 % de la madera que se corta y transforma anualmente, lo que lo convierte en una importante fuente de ingresos para la población rural gallega. En 2018, más de 35 000 propietarios forestales gallegos, particulares y comunidades de montes vecinales, facturaron 205 000 000 de euros por las ventas de eucalipto, cantidad que corresponde con unas cortas anuales de madera de 5,9 millones de m3.
En cuanto al empleo directo y asociado, sólo en Galicia hay más de 1 800 empresas que trabajan con eucalipto. La generación de empleos directos supera los 5 500, siendo uno de los principales motores económicos de Galicia.
La demanda industrial y la rentabilidad de estas especies hacen que actualmente sean las principales alternativas de cultivo (a veces las únicas) para muchos propietarios forestales de Galicia y la cornisa cantábrica, siendo, sin duda, las especies que más se plantan en el zonas donde está permitido. Hay miles de personas y comunidades de montes vecinales que llevan muchos años cultivando eucaliptos sin ningún tipo de ayuda o subvención por parte de la Administración, que, por su parte, tampoco planta eucalipto. Esto supone, entre otros efectos, una aportación muy importante a la actividad de los viveros forestales, para los que el eucalipto es una parte esencial de su negocio. Así, dentro del sector forestal, es una opción importante la puesta en producción de terrenos forestales, que genera riqueza y empleo, contribuyendo significativamente a la lucha contra el abandono del medio rural. Además, el cultivo de esta especie lleva asociada la aplicación de prácticas silvícolas sostenibles con cortas rotaciones de cultivo, lo que representa otro factor de dinamización y fortalecimiento de la economía a escala rural.
Cabe destacar que en Galicia se plantan principalmente dos tipos de eucaliptos, Eucalyptus globulus, que es la base del sector de la celulosa, y Eucalyptus nitens, que es una especie introducida más recientemente con gran éxito por su alto crecimiento y resistencia al frío, adaptándose mejor a zonas de mayor altitud, pero que sin embargo no rebrota de cepa, o lo hace con dificultad, y presenta una deficiente capacidad de regeneración natural. En cambio, E. globulus brota de cepa y se puede cortar hasta tres veces sin que disminuya significativamente su crecimiento, sin necesidad de plantarlo después de cada corta.
Su interés productivo para el propietario forestal determina su elección preferente para desarrollar un cultivo forestal rentable en alguna de las estaciones del territorio gallego. Esta es la causa de su amplia utilización y de la superficie que ocupa actualmente, que en ningún caso puede confundirse con el supuesto carácter invasivo de cualquiera de las especies cultivadas de eucalipto (entendiendo por invasora aquella especie que no admite una gestión y control de su emplazamiento, desplaza por sí misma a las especies autóctonas o, tras su presencia durante años, no permite el desarrollo de otro uso alternativo del territorio, si las circunstancias así lo aconsejasen) sino por un interés socioeconómico activo por parte de los propietarios forestales .
Lo mismo ocurre en la agricultura con otros cultivos foráneos muy extendidos en diferentes momentos, como el tomate, el maíz, el arroz o la patata, que llegaron de otros continentes hace muy pocos siglos y que, por su valor y amplio uso, fueron completamente asimilados en la cultura ibérica, convirtiéndose en especies plenamente integradas en los agrosistemas de Europa, siendo hoy fundamentales en la dieta del mundo occidental, sin que su uso en agricultura las convirtiese en especies invasoras. El hecho de que una especie se plante mucho, que sea más o menos resistente a determinadas condiciones climáticas o que esté bien adaptada para recuperarse tras un incendio forestal, son circunstancias que no pueden esgrimirse para justificar una agresividad en su dispersión que la convierta en una especie invasora.
Marco normativo: regulación de las plantaciones y ordenación del eucalipto en el territorio
Es importante destacar que el eucalipto es una especie forestal cuyo cultivo está regulado en Galicia desde hace mucho tiempo. Sin ánimo de ser exhaustivos, a continuación se detallan las principales normas que le afectan. 1 El análisis prescinde de la normativa relativa a las autorizaciones de corta, que en función de las afecciones pueden requerir más de diez autorizaciones de distintos órganos de las distintas administraciones nacionales, autonómicas y locales.
- La Ley 7/2012, de 28 de junio, de Montes de Galicia, de carácter autonómico, prohíbe las plantaciones de eucaliptos en terrenos agrícolas y forestales ocupados por frondosas caducifolias e impide de facto el cambio de uso de suelo agrícola a forestal. También obliga a contar con un plan de gestión o un proyecto de ordenación para cualquier plantación forestal cuya superficie en coto redondo sea superior a 25 ha, o un documento simple de gestión si dicha superficie es de entre 15 y 25 ha. Estas disposiciones son generales y se aplican a cualquier especie forestal y, por tanto, también a las plantaciones de eucalipto.
- La Ley 2/2016, de 10 de febrero, del Suelo, delega y obliga a los municipios a clasificar los suelos, estableciendo las zonas en las que se permite la actividad forestal, excluyendo explícitamente los suelos urbanos y los rústicos de especial protección agropecuaria.
- Por otro lado, el Plan Director de la Red Natura 2000 de Galicia, aprobado en 2014, prohíbe plantar con eucaliptos nuevas superficies dentro de la Red Natura 2000, una red que se extiende sobre 450 000 ha de territorio gallego.
- La Ley 3/2007, de 9 de abril, de Prevención y Defensa contra los incendios forestales de Galicia, modificada por la Ley 7/2012, de 28 de junio, de Montes de Galicia, obliga a dejar las zonas desarboladas y con biomasa controlada en franjas de protección de cultivos y suelos urbanos y también en fajas apoyadas en las infraestructuras viarias y de conducciones de energía.
- El Decreto 52/2014, de 16 de abril, establece modelos silvícolas orientativos y, si bien la adhesión a ellos es voluntaria para plantaciones inferiores a 15 ha de superficie, se recogen los requisitos mínimos que deben cumplir los propietarios forestales para acceder a cualquiera de los sistemas de certificación forestal.
- Finalmente, las nuevas plantaciones de eucaliptos con una superficie superior a 5 ha requieren autorización de la administración forestal (Ley 7/2012 de Montes de Galicia) y si son nuevas plantaciones con una superficie superior a 50 ha, precisan de evaluación de impacto ambiental (Ley 21/2013, de 9 de diciembre, de Evaluación Ambiental).
- Las leyes autonómicas de costas, aguas, carreteras y ferrocarriles definen grandes zonas de dominio público y áreas de policía colindantes en las que las plantaciones de eucalipto no son posibles.
Por tanto, el eucalipto en Galicia cuenta con una regulación amplia y una de las más restrictivas en cuanto a especies forestales en Europa, mediante la que actualmente no puede ocupar tierras de cultivo ni introducirse en los bosques autóctonos ni dentro de los terrenos incluidos en la Red Natura 2000.
El eucalipto y su presunta dispersión natural
Se estima que el eucalipto hizo su aparición en España en el norte de la provincia de A Coruña hacia 1850, siendo posteriormente plantado en Santander en 1863 y, hasta la década de 1870, ya era frecuente en varias provincias del litoral español. Desde entonces y hasta el primer cuarto del siglo XX y, sobre todo, hasta los años 60, no ha habido en España una superficie apreciable de eucaliptales. En los documentos de la época, libros y otros textos no es mencionado ni tratado por los autores, salvo aquellos que hablan del eucalipto como una especie muy interesante para el sector forestal o bien previenen de su introducción.
En el caso del eucaliptus glóbulus, la escasa superficie ocupada por esta especie durante los primeros 80 años tras su introducción se debe, entre otras razones, a la corta distancia de dispersión natural de sus semillas, ya que más del 95 % de ellas no se desplazan más allá de los 15-20 metros del árbol o plantación. Su porcentaje de supervivencia es baja y la semilla debe caer en lugares despejados y suelo desnudo o muy alterado para que prosperen y se desarrollen. Las pocas superficies que se conocían se debían a plantaciones artificiales.
Respecto al eucalipto nitens, el segundo en importancia de Galicia, no hay constancia de su regeneración natural fuera de las plantaciones realizadas por los silvicultores, debido fundamentalmente a que al ascender en altura, la capacidad de regeneración de la especie se reduce, por lo que atribuirle el carácter de invasora, de acuerdo con las definiciones de la legislación española en la materia, parece una temeridad. Lo mismo ocurre con las demás especies, pues a pesar de haber naturalizaciones locales, como cientos de otras plantas en España, su capacidad de dispersión es muy reducida y no existen ejemplos de superficies apreciables de regeneración natural, salvo las conocidas derivadas de incendios. Y la multiplicación vegetativa se limita al rebrote de cepa en algunas especies, porque no aagroman de raíz.
El eucalipto e los incendios forestales
Una de las críticas frecuentes que se hacen a estas mirtáceas, afirmando que las plantaciones de eucaliptos ocasionan un mayor riesgo de incendios, carece de fundamento según datos objetivos: los informes anuales emitidos por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, actualmente responsable de la actividad forestal estatal, permiten concluir que en Galicia, durante el periodo 2000 a 2013, la incidencia media de incendios forestales sobre eucaliptos se situó en torno al 7,8 %. Se puede concluir que la presencia de eucaliptos no puede asociarse con una mayor incidencia de incendios. Es más, dos de los distritos forestales con menor número de incendios y superficie quemada en Galicia son los Distritos I (Ferrol) y VI (Mariña Lucense), donde se acumula alrededor del 50 % de las existencias de madera de eucalipto de Galicia (si bien es cierto que el clima de la zona reduce los riesgos en todas las formaciones forestales de esos distritos). Los incendios más catastróficos y repetidos se producen en las zonas más mediterráneas de Galicia, como las áreas montañosas del interior de Pontevedra, Ourense y áreas del sur de Lugo que limitan con esta provincia, sobre todo en amplias extensiones de matorral donde nunca ha habido plantaciones de eucaliptos.
Los eucaliptos son especies colonizadoras, como el abedul autóctono, por ejemplo, y se regeneran bien a partir de semilla tras el fuego, y además, el eucalipto glóbulus tiene la capacidad de brotar de cepa, lo que le permite recuperarse mejor que otras formaciones forestales y reducir intensidad de la erosión inmediatamente posterior al incendio, porque sus raíces, aún vivas, protegen el suelo. Por otro lado, la adaptación de los eucaliptos a terrenos arenosos que sufren sequía estival, especialmente en el SO de Galicia, hace que los incendios en estas zonas puedan coincidir con la presencia de estas especies, como ocurre en otras zonas con pinares, sin una relación causa-efecto entre la especie y el incendio.
El eucalipto y el suelo
Al igual que otros sistemas arbóreos, los eucaliptos protegen el suelo contra la erosión, a través de la interceptación de la precipitación por la cobertura y mitigación del choque de las gotas de lluvia sobre los suelos desprotegidos. Por otro lado, el desarrollo radical de estos árboles sostiene el suelo en terrenos de ladera, frenando los arrastres por escorrentía.
El eucalipto es una especie frugal, capaz de capturar nutrientes del suelo (que en regiones húmedas tienen alta tendencia a perderse con el agua de drenaje y escorrentía) y devolverlos al medio edáfico a través de los ciclos biogeoquímicos. Investigaciones realizada en Galicia con eucaliptos de 20 años, en estaciones difíciles (con suelos empobrecidos en terreno granítico) dan como resultado que sólo alrededor del 25 % de los nutrientes (p. ej. calcio y magnesio) absorbidos por la raíz se localizan en el tronco maderable , mientras que el 75 % regresa al suelo a través de hojas (23 %), corteza (45 %) y ramas (7 %); por otro lado, un 20 % adicional es introducido en el sistema a través del pluviolavado de las cubiertas que incluye exudados así como captación de aerosoles externos.
Los datos mencionados no son muy diferentes a los obtenidos en plantaciones de coníferas de esta misma región, lo que evidencia la capacidad de estas especies de vegetar bien incluso en suelos delgados sobre rocas ácidas, como granito, esquistos o pizarras, que constituyen más del 90 % de la litología de Galicia, mientras que cultivos más exigentes (cereales o huerta) no se desarrollan cómodamente en las mismas áreas sin una fertilización adicional. Los datos anteriores evidencian la conveniencia de devolver al suelo los restos de las cortas (hojas, corteza y ramas) a los que se somete el eucaliptal cada 10-15 años.
El efecto beneficioso del eucalipto sobre el suelo es particularmente notable en plantaciones en suelos marginales o degradados, donde es capaz de revertir los procesos de degradación. Según autores como Montoya Oliver “mejora los suelos, especialmente los marginales, para los que hoy en día es una alternativa forestal bastante favorable, tanto ecológica como económicamente. Debería pues, de promocionarse su cultivo precisamente por razones de conservación y mejora de los suelos."
De hecho, algunos estudios realizados en Galicia muestran que el eucalipto acelera los procesos de alteración de los minerales primarios alterables por medio de sus excretas radiculares y los ácidos orgánicos que produce la descomposición de sus hojas, lo que hace adecuada esta especie para acelerar las fases iniciales de la edafogénesis, especialmente cuando la erosión ha dejado un suelo delgado (léptico) sobre roca dura y consolidada.
Incluso hay trabajos científicos que identifican la presencia de endomicorrizas en las raíces de los eucaliptos que les permiten absorber nutrientes, como el fósforo, en un estado en el que no son asimilables por otras especies. Su éxito productivo radica en la eficiencia fotosintética, en el reciclaje interno de nutrientes, en especial del fósforo, en la posibilidad de utilizar parcialmente sodio en lugar de potasio y en la asociación de sus raíces con micorrizas. Para efectos edáficos, el eucalipto acelera los procesos de formación del suelo en su entorno radicular y remonta a la superficie nutrientes de las rocas sometidas a alteración que no son asimilables por otras especies vegetales. Gran parte de estos nutrientes son posteriormente devueltos al suelo a través de sus restos vegetales (hojas y corteza) en una forma ya asimilable y disponible para otras especies, enriqueciendo así los horizontes superficiales del suelo.
En relación con la acidez del suelo, un estudio realizado en la provincia de Huelva durante más de 10 años, caracterizando suelos forestales en relación a la acidez bajo diferentes coberturas vegetales, a partir de más de 90 puntos de muestreo de suelos en cuatro formaciones geológicas diferentes, demuestra que los niveles de pH edáfico son similares para las diferentes comunidades vegetales estudiadas (encina, pino, alcornoque, eucalipto, matorral...). Los datos disponibles en más de 2 000 puntos de muestreo repartidos por toda la geografía gallega confirman estas observaciones. Si bien, en términos generales, todas las coberturas vegetales tienen una influencia acídica sobre las aguas de lluvia (por exudados de ácidos orgánicos de las hojas o por una captación preferente de cationes que de aniones del agua de lluvia), no se detectan impactos en las aguas superficiales o subterráneas debido al poder tampón (neutralizante) ejercido por los suelos, tanto básicos como neutros o ácidos. Cabe señalar que en este último caso (suelos gallegos), el propio sistema receptor está en el mismo rango (o es más ácido) que los pluviolavados vegetales de entrada. Las comparaciones entre suelos con pinares, eucaliptales, robledales u otras cubiertas vegetales, en Galicia, no arrojan resultados diferentes. En cualquier caso, cabe señalar que los pluviolavados de coníferas con los más acídicos y que la producción de ácidos (ácido carbónico) a partir de las hojas en descomposición es más activa en robledales y otras caducifolias, debido a que presentan restos foliares sobre los que actúan con rapidez e intensamente la mesofauna y la microbiota del suelo, produciéndose, en consecuencia, elevadas cantidades de CO2, especialmente en primavera y otoño.
Otros estudios realizados en Galicia descartan la existencia de una degradación de los suelos bajo eucaliptos desde el punto de vista físico. Por ejemplo, en una investigación realizada en el Centro de Investigaciones Forestales de Lourizán no se encontraron diferencias significativas entre los suelos bajo euclipto, pino y roble en relación a la composición granulométrica y densidad aparente de los suelos, si bien es cierto que este trabajo se realizó en formaciones muy viejas, de casi un siglo de antigüedad.
Los cultivos forestales son, por tanto, una oportunidad para mejorar los recursos económicos de las poblaciones rurales, ofreciendo usos alternativos sostenibles en tierras de escasa calidad.
Eucalipto y biodiversidad
En general, cualquier plantación tiene menos biodiversidad que una formación natural madura y el carácter alóctono de una planta, caso de los eucaliptos, hace que necesite tiempo para desarrollar interacciones específicas con los ecosistemas de la zona, por lo que no es extraño que la biodiversidad animal y vegetal en los eucaliptales sea menor que la de los bosques naturales gallegos. Pero esa afirmación requiere matices, en masas de eucaliptos jóvenes, en su mayoría instalados en terrenos arados, desbrozados o quemados gestionados intensivamente en turnos cortos y en los que se realizan desbroces periódicos, diversos estudios citan una menor biodiversidad que en los bosques naturales maduros; en cambio en un estudio realizado en el Centro de Investigaciones Forestales de Lourizán, comparando masas antiguas de pino, roble y eucalipto, no se encontraron diferencias en la biodiversidad vegetal de las plantas vasculares, lo que parece indicar que el efecto puede ser debido más al sistema de gestión y a los tratamientos que a las especies. En cualquier caso, se trata de un efecto que puede mitigarse mediante la ordenación del espacio forestal y con el manejo y del que no se puede derivar la clasificación del eucalipto como especie invasora que excluye la flora y vegetación natural del territorio. En relación con esto, véase la notable regeneración de robles o matorral de tojos y brezos bajo eucaliptales y pinares.
En las plantaciones de eucalipto generalmente hay una disminución en la proporción de suelo cubierto por vegetación espontánea en el sotobosque a medida que crecen los árboles, lo que suele ocurrir en plantaciones de otras especies, ya que a medida que crecen se reduce la llegada de luz a las capas inferiores. Este efecto es más pronunciado en los eucaliptales gestionados de forma intensiva. En montes de eucalipto más abiertos o vegetando de forma más asilvestrada, la diversidad florística del sotobosque es mayor, entrando incluso especies arbóreas autóctonas como el roble, el castaño y el abedul.
En general, la biodiversidad animal en los eucaliptales es significativamente menor que la propia de las formaciones naturales. Realmente hay pocos animales presentes en Galicia, como el corzo o las vacas, que pueden obtener alimento de las hojas del eucalipto, aunque por otro lado hay especies de grandes y pequeños mamíferos, aves, reptiles e insectos que se refugian en estas plantaciones y en su sotobosque.
El eucalipto es muy eficiente en el uso del agua
Desde el punto de vista del uso del agua, el eucalipto es una especie muy plástica y se adapta a la situación: si dispone de agua absorbe más y crece más y si no la tiene no puede utilizarla y crece menos, ya que la formación de biomasa de cualquier vegetal está en relación con el consumo de agua.
El eucalipto tiene características que otras especies forestales no tienen: intercepta menos lluvia, ya que sus hojas colgantes, las copas poco espesas en comparación con especies de cubierta permanente y de alta densidad y la superficie específica del follaje permiten que llegue más agua al suelo. a través de su tronco, pudiendo captar también agua de la niebla a través de su copa. La capacidad de adaptación de los eucaliptos los convierte en árboles muy aptos para su toma en consideración en estrategias de adaptación y mitigación del cambio climático en regiones atlánticas como Galicia, Asturias y Cantabria en general, donde los modelos de evolución climática de los científicos predicen el futuro inmediato períodos más prolongados de sequía estival y menores precipitaciones medias.
La eficiencia en el uso del agua, que mide la relación entre CO2 fijado y el agua transpirada por la planta, es muy superior en las plantas leñosas que en las herbáceas. Diversos trabajos señalan que el género Eucalyptus tiene valores de eficiencia en el uso del agua muy similares a los observados en especies de otros géneros de plantas arbóreas como Pinus, Larix y Quercus, y también que el eucalipto es más eficiente en el uso del agua que especies del género Betula, Salix y Alnus. De ahí que el género Eucalyptus sea muy adecuado para la producción de biomasa con la mayor eficiencia si el recurso hídrico es limitado.
Un estudio realizado en Galicia con la especie Eucalyptus globulus cita una transpiración media para un árbol de 1,78 litros de agua/día, y otro desarrollado en Portugal en un eucaliptal de la misma especie indica valores de transpiración entre 0,5 y 3,64 l/m2.
Dado su papel como generador de productos que demanda la sociedad, es justo recordar que el eucalipto consume mucha menos agua (300 l/kg) que los cultivos agrícolas: patata (2 000 l/kg), maíz (1 000 l/kg), azúcar caña (500 l/kg).
Además, el agua que utiliza no procede de acuíferos profundos. En un exhaustivo estudio científico realizado en Galicia se describe la relación agua-suelo de eucalipto diferenciando el comportamiento en cada una de las estaciones del año. Además de comprobar que en situaciones críticas de falta de agua, la evapotranspiración real de diferentes sistemas forestales (eucalipto, pino y roble) es muy similar, se descarta que el consumo de agua de las plantaciones E. globulus provenga de acuíferos profundos. En esta línea, se trabaja en la caracterización del sistema radicular de E. globulus demostraron que esta especie desarrolla una alta densidad de raíces en la superficie del suelo, disminuyendo éstas de manera muy marcada por debajo de los 70-90 cm de profundidad. En general, el 80 % de la biomasa del sistema radicular se localiza en los primeros 60 cm de profundidad del suelo.
El eucalipto y la fijación de carbono (mitigación del calentamiento global)
Últimamente, desde el Convenio de Kyoto, se ha propuesto a los países firmantes de los protocolos derivados la ampliación de usos del suelo (o del manejo de los usos) capaces de incrementar la fijación de CO2 atmosférico En este sentido, el aumento de la superficie forestal se considera un sumidero de CO2 (en biomasa y en el suelo) capaces de proporcionar derechos de emisión adicionales. En esta coyuntura, los sistemas forestales gallegos son un claro referente en la península ibérica. Galicia, en términos de superficie forestal, ocupa el sexto lugar entre las comunidades autónomas españolas, pero tiene un potencial excepcional como sumidero de carbono de biomasa, ya que ocupa el segundo lugar en reservas de carbono de biomasa forestal (aérea+subterránea), muy cerca de Castilla. -León y muy superiores a las del resto de comunidades (MAGRAMA, 2012).
Los suelos forestales de Galicia también son una excepción en este sentido. Según diversos estudios, en términos globales los suelos del mundo contienen un stock de carbono superior a la biomasa (casi tres veces mayor), lo que también se observa en la península ibérica. En cambio, investigaciones realizadas en Galicia muestran reservas en suelo cuatro veces superiores a las de biomasa forestal y superan -tanto en densidad como en stock global- a las de otras comunidades autónomas (media de 182 tC/ha y 291 tC/ha). ha, en los 30 y 50 cm superficiales de los suelos forestales, respectivamente, y un stock medio de 250 y 400 millones de toneladas de carbono, respectivamente), es decir alrededor del 16 % del stock existente en los suelos forestales de todo el territorio de la España peninsular.
Como factores explicativos de la elevada potencialidad como sumideros de carbono de los sistemas forestales de esta región cabe señalar, entre otros, la alta productividad forestal, ligada fundamentalmente al clima, y por tanto, elevado input de restos orgánicos al suelo, así como la capacidad de estos suelos - ácidos y ricos en aluminio activo - para estabilizar el humus e impedir (retardar en cientos/miles de años) su mineralización por efecto de la actividad microbiana. Mientras que el carbono orgánico de los suelos de las regiones templadas tiene un tiempo medio de almacenamiento estimado en 200-500 años, el carbono de horizontes profundos en muchos suelos ácidos de Galicia tiene un tiempo medio de residencia superior a 2 000 años.
Los cultivos forestales son, por tanto, además de una oportunidad económica (tanto en terrenos de alta calidad como en terrenos pobres con relieves acusados), un recurso sostenible, protector de suelos (y aguas) y ofrecen una capacidad de fijación de carbono en biomasa y en los suelos reconocida, lo que impulsó a diferentes organismos internacionales a fomentar el aumento de la superficie forestal en todos los países. En este sentido, cabe señalar que Europa, en general, y España, en particular, han aumentado su superficie forestal en los últimos años, a diferencia de otras regiones del mundo (en particular las masas forestales de ambientes tropicales, que continúan descendiendo desde hace varias décadas).
Conclusiones
- El amplio uso por parte de los silvicultores gallegos y, en general, en la cornisa cantábrica de una especie como el eucalipto está motivado por su demanda, por su rápido crecimiento y por su eficiencia en el uso de los recursos, especialmente en zonas donde existen pocas alternativas para el aprovechamiento de suelos forestales.
- La industria transformadora del eucalipto radicada en la península ibérica (pasta para papel, tablero, desenrollo y chapa, biomasa y aserraderos) consume actualmente toda la producción de los eucaliptales peninsulares.
- La normativa gallega que regula las plantaciones y el manejo del eucalipto es bastante exhaustiva, quizás se debería exigir mayor rigor en su cumplimiento por parte de las administraciones competentes.
- Para que la sociedad gallega y, en general, la sociedad europea pueda sacar el mejor partido de sus recursos forestales de forma responsable y sostenible, hay que hacer hincapié en la gestión forestal, en el respeto a la gestión forestal sostenible y en promover el aprovechamiento de todos los valores de los bosques, así como en el apoyo decidido a la I+D para disponer de nuevas alternativas rentables para el propietario forestal enfocadas a resolver las demandas de los mercados ibérico y europeo.
- La actual expansión del eucalipto no se debe a un carácter invasivo que no tiene, de hecho el eucalipto globulus se regenera mal a partir de semilla salvo que sea tras el incendio y el eucalipto nitens no muestra regeneración natural en Galicia, sino a la decisión de muchos silvicultores que lo consideran una alternativa viable de inversión forestal.